Solos ellos saben lo que sienten. Viven entre elefantes rosas y aroma a lavanda, pero siempre imaginan ese día en el que ya no sientan lo que sienten en este preciso momento. Es un intento de masoquismo, pero se alegran de que solo sea producto de su imaginación. Se cruzarán a diario; tal vez porque el destino quiso que la familia de ella sea la de él, y la de él de ella; tal vez solo volviendo cada a uno a su hogar y no juntos como de costumbre; o tal vez en alguna de esas noches que tienen como objetivo bailar hasta el amanecer. Se cruzarán adentro, ahí donde se dieron su primer beso y donde comenzó su historia. Él le pasará por al lado y no se dará cuenta que está ahí o por lo menos eso pondrá de excusa para no saludarla. Tiempo más tarde no podrá evitarlo y finalmente cruzarán miradas, una vacía y la otra mojada. Le regalará una sonrisa pero de la otra parte no tendrá respuesta y ya no habrá motivo válido para sonreir. Se sumergirá en la realidad pero ya no querrá estar más en ella. Llenará sus venas de alcohol hasta sentirse mareada pero a la vez con la fuerza y el valor necesario para ir a enfrentarlo. Lo tomará del brazo, lo apretará bien fuerte para estar segura de que esta vez no se le escapará, y le dirá todas esas cosas que jamás pudo decirle desde esa última vez que lo abrazó escuchando su adiós. Su voz estará distorcionada por la ebriedad, el volumen de la música y los gritos de los terceros. Pero solamente estarán ellos. En ese instante solo lo verá a él. Sonarán muchas palabras que diariamente se decían pero esta vez será de una sola boca, ya que la otra estará muda, solamente funcionarán sus oídos aunque ella tendrá la sensación de que no la quiere oír. Ahí es donde se cometerá el error. Estará harto de escucharla y en consecuencia apoyará sus labios en los de ella solo por el hecho de callarla. En consiguiente, y luego de un corto minuto (para él interminable) se despedirá nuevamente como lo hizo aquella vez que todos los días recuerda entre lágrimas, pero esta vez se irá a dormir a tranquila, con su cabeza girando en la almohada pero tranquila. Esa calesita durará un buen rato pero todavía tendrá fuerzas para rezar por él como hará cada noche para que regrese. Tendrá una enorme ilusión de que quizás él siente nostalgia y volverán a ser lo que eran antes, solo que este nuevo final será feliz. Al otro día seguirá esa sensación pero en el fondo de su mente sabrá que solo fue un entretenimiento instantáneo, aunque esperará nuevamente la ocasión para volvérselo a cruzar. Seguirá creyendo en muchas cosas, como que dos más dos son cuatro, que la tierra tiene forma geoide y que un triángulo tiene tres lados. Pero de lo único que estará segura es que lo seguirá queriendo como el primer día.